❝Lo imaginé tanto que lo conseguí❞
He pasado mi niñez en el pueblo, viendo como los mayores disfrutaban de eventos multitudinarios a los que acudían jóvenes de toda la zona. En aquel momento me imaginaba cómo sería disfrutar de aquel ambiente en unos años. El problema fue que, a medida que yo daba la altura para poder integrarme, el entorno decaía progresivamente. Pero yo siempre recordaba con cariño aquellas fiestas abarrotadas de gente que, incluso duplicaban la población del pueblo.
Y con la adolescencia, la madurez.
De ahí a emprender una aventura sólo hay un paso.
Todos los días veía ese edificio al lado de la carretera que tanta gente había movido. Pensaba que si había tenido vida, había alma. Y, si había alma, tenía que volver a tener vida. Este motivo me llevó a embaucarme una aventura que arrancaba sin apenas darme cuenta. Tenía claro que aquella casa abandonada, sería mi casa.
Ideas, obras, reforma, quebraderos de cabeza, impotencia, ganas, risas... ¡y un sueño cumplido! Por fin aquello tenía otro color, otro nombre y otra cara. Había nacido el Restaurante Casablanca. Un lugar pensado para los amantes de la buena comida, para los que viven el día a día, para los que peregrinan dirección alguna parte y para todo aquel que quiera darse un capricho al paladar.
Ahora, cada vez veo más cerca el momento de revivir aquellos recuerdos de niño. Cada vez viene más gente a los eventos que creamos para ti. Monólogos, conciertos, bailes vermú o cafés toreros. Con amigos o en familia. Con niños o sin ellos.
La única condición que te imponemos es pasártelo tan bien como nosotros.